En 1939, cuando estaba por estallar la Segunda Guerra Mundial, Vargas trabajaba para la Warner Brothers y se unió a un círculo de artistas que hicieron una huelga. Por su participación, Vargas fue puesto en la lista negra y acusado de comunista. Durante ocho meses estuvo sin trabajo y al borde de la bancarrota decidió regresar a Nueva York.
Buscando trabajo en los avisos clasificados de los periódicos, encontró un aviso de la revista Esquire, una de las publicaciones para hombres más leídas en EEUU en esa época. El artista de la revista era George Petty, creador de las Chicas Petty. Los editores y Petty estaban en entredichos, pues no tenían un contrato escrito, aunque Petty ganaba $1800 por cada dibujo. Para Esquire, Alberto Vargas llegaba en el momento preciso. Vargas firmó un contrato con los editores, mediante el cual le asignaban $75 semanales y mediante acuerdo verbal decidieron quitarle la "s" del apellido, para convertirlo en "Varga". Alberto ganaría además el 50% de las ventas subsidiarias, por posters y calendarios y en tres años si deseaba continuar, le subían el sueldo a $150.
Las "Varga Girls" fueron un éxito desde le primer momento. Con la Segunda Guerra Mundial en pleno desarrollo en Europa y con EEUU como el gran proveedor de los Aliados, el país fue inundado por una ola de patriotismo. Las "Chicas Varga" se convirtieron en un símbolo de Esquire y los mandos militares aprovecharon la oportunidad para utilizarlo como un medio para elevar la moral de las tropas. En 1941, Esquire vendió 320 mil calendarios que le reportaron $80 mil a los editores. Las "Chicas Varga" se convirtieron símbolo del esfuerzo bélico de los EEUU, debido a su poder de penetración en el mercado. Alberto Vargas trabajó como un esclavo, explotado todo ese tiempo por la revista Esquire. En 1944 después de trabajar durante un año sin contrato y con el mismo sueldo. Vargas y su esposa se sentaron con los editores y firmaron un nuevo acuerdo contractual, que Vargas firmó sin leerlo siquiera y del cual nunca, ni él ni su esposa, recibieron una copia.
El nuevo contrato le daba a Vargas el status de contratista independiente, pero lo ataba a la revista por 10 años y 6 meses a partir del 01 de enero de 1944. Además Vargas se comprometía a entregar 26 pinturas cada seis meses, es decir 52 pinturas al año con todos los derechos exclusivos para la revista Esquire. Vargas recibió un mil dólares mensuales, 12 mil dólares al año por su trabajo. Según la autobiografía de Vargas, por concepto solamente de las "Chicas Varga" la revista Esquire percibió más de 1 millón de dólares sólo en el año 1945.
Cuando descubrieron la trampa en que los habían metido, los Vargas iniciaron una querella judicial. Ganaron el caso en primera instancia, perdieron la apelación y a eso siguieron contra apelaciones y contra demandas. La batalla legal destrozó a los Vargas financiera y moralmente. Los Vargas se fueron a vivir a Los Ángeles tratando de abrirse un nuevo camino, pero cada vez, que iniciaban algo, Esquire se encargaba de destruirlo, alegando que eran dueños del nombre “Varga” y de la producción del artista, al menos mientras no hubiera una sentencia que lo impidiera. Vargas se vio obligado a cargarle tres hipotecas a su casa y consiguiendo dinero mediante el diseño de pañoletas, corbatas, artículos de tocador y cuanto estuviera a su alcance, para poder subsistir. En medio de esa terrible situación económica, llegó el doloroso trauma para la pareja, cuando Anna Mae debió hacerse una masectomía radical en 1950. Estando económicamente quebrados, el médico les financió la operación.
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